sábado, 6 de noviembre de 2010

Experiencias en el Metro de Madrid







Sin duda, una nueva experiencia viene siempre acompañada de otras, y sin darte cuenta, te encuentras viviendo momentos que sin un cambio en tu vida, no hubieras vivido.
Todo esto viene por mis nuevas experiencias en el Metro de Madrid. Hasta ahora he sido una urbanita motorizada que iba en coche a todas partes, al trabajo, a hacer la compra, de compras, para todo! Ahora, mientras estoy haciendo el máster, cojo el metro todas las mañanas... y está siendo una experiencia...que ya no recordaba...
Ayer mismo, nada más entrar en el segundo andén de mi trayecto, me siento para chequear la blackberry y de repente se me sienta una persona al lado y me dice...qué tonto, si aquí hay sitio porque no me voy a sentar... , sin más.. , no le doy importancia, pero por intuición, guardo la blackberry en el bolso. Como no me gusta perder el tiempo, cualquier momento se puede aprovechar, así que, aprovecho el momento para sacar mi tabaco de liar y preparar un cigarro para la salida del metro...  y en ese momento, comienza una extraña conversación...
La persona en cuestión, un chico de no más de cuarenta años me dice que el también fuma tabaco de liar, porque le supone un gran ahorro... le sonrío un poco desconcertada, pero ante un tono amigable le comento que lo que deberíamos hacer es dejar de fumar.
Y ahí suelta la típica frase .. de algo tenemos que morir... y empieza su relato...
Empieza a señalarse las cicatrices de sus brazos y cara y me cuenta que ha tenido trece accidentes durante su vida, que ya todo tiene un sentido diferente para él, que fumar es un vicio más, pero que le quedan tres cosas por hacer en la vida..
Llega el tren, y ya montados en el vagón me comenta que tiene pendiente tirarse en paracaídas, esnifar cocaína y probar sexo con un hombre.... de mi boca sólo sale una frase entrecortada... nunca se sabe las vueltas que da la vida, mientras de reojo, miro si ya llegamos a la parada.
Pero por alguna extraña razón, no me siento intranquila, me empieza a embargar una tristeza tremenda de pensar en la soledad por la que pasan tantas personas, que tienen tanta necesidad de hablar, que no les importa soltar sus más íntimos anhelos a un desconocido.
Me despido porque ya llega mi parada y él, dudando, al final se queda dentro del vagón porque no está seguro de su destino.
Sigo mi recorrido hasta el final, y ya cuando voy a salir a la calle, me encuentro con una señora mayor, llorando sin lágrimas pero con desesperación, pidiendo un céntimo.
No puedo más que pararme, y al verme que me paro frente a ella, entre sollozos secos, me cuenta que lleva dos horas en las escaleras del metro pidiendo un céntimo, y que nadie, nadie, ha parado si quiera a mirarla.
El resto de la historia se queda para nosotras....




Creo que, el día a día, las experiencias de nuestro día a día, deberían hacernos reflexionar sobre cómo está el mundo y cómo podemos hacerlo mejor.


No podemos ser mejores, ni no hacemos un mundo mejor, no podemos querer vivir mejor, si no conseguimos que la vida sea mejor para todos. Siempre estaremos cojos si no pensamos en los demás, estaremos ciegos si no vemos la vida de los demás, y sobre todo, nos convertiremos en seres vacíos, si no trabajamos por hacer nuestro mundo, el de todos, un mundo mejor.


Es complicado plantearse arreglar el mundo entero, pero ¿cuántos vamos en el Metro de Madrid cada día? Si nos propusiéramos arreglar el mundo por parcelas, una de ellas podría ser, arreglar el mundo de todos los que tienen Experiencias en el Metro de Madrid.... 




Imagen:blogs.km77.com