miércoles, 18 de marzo de 2020

Día 8

Día 8

¡Buenos días!
Comenzamos el día 8 con nuestra sesión de entrenamiento. Hoy nos ha costado un poco más seguir la tabla, al final, las agujetas aparecen igual, aunque estemos dentro de casa.
Ayer nos reímos con mi hijo pequeño, solo quiere jugar, lo de las tareas del cole no acaba de verlo. Tiene 4 años, y cuando le decimos que es el momento de hacer los deberes, dice que no es justo, que los niños no hacen deberes, solo las niñas, imagino que será porque ve a su hermana taaaaan aplicada.
Observaba a mis hijos ayer y es como si estos días les hubiera hecho madurar, o cambiar, o la verdad, no sé explicarlo bien, pero están diferentes. 
Olivia de 6 hizo un Facetime con una amiga, 45 minutos de llamada, y cuando fui a entrar a la habitación para decirle que era la hora de la ducha, me miró y me dijo mamáaaaaa… que estoy hablando. Mi cara de sorpresa, de no poderme creer que esa pitufa de 6 años me estaba contestando como yo a mi madre con 14. En fin, estamos cambiando. 
Durante el día no paramos, trabajamos, estamos con los niños, intentamos que todo vaya a buen ritmo, y sobre las 19.00h ya estoy pensando en “la hora golfa”.
Hablando con mi amiga Patricia, esta hora no es más que cuando dan las 20.00 ya nos podemos tomar nuestra ansiada tele cervecita. Qué gusto da ese momento. 
Luego hacemos otro parón para cenas de niños, con tele llamadas con primos, y cuando ya están en la cama, seguimos con nuestras tele llamadas de adultos, que es, uno de los mejores momentos. 
Ayer pensaba que realmente, no estoy mal, a ver, quiero salir, pisar la calle, pero no estoy mal.
Estoy con las personas que más quiero, veo a mi familia y amigos por vídeo llamada (¡a algunos más que antes, así es la vida!) y obviamente, al tener en mi cabeza que esto es temporal imagino que lo llevo mejor, pero de verdad que no puedo decir que esté mal.
En momentos paso de la risa al lloro, pero como soy de lágrima fácil, tampoco quiere decir esto mucho. 
Me encanta ese momento con mi amiga Patricia, cuando vamos a terminar la conversación, nos quedamos mirando, y nos entra esa risa nerviosa de ¡Madre del amor hermoso! ¿Esto es real? Y así… hasta la próxima tele llamada.
¡Vamos a por el 8! ¡Todo va a salir bien!